¡Antioxidantes! Es la palabra de moda.

Parece que cualquier producto que no los contenga no es digno de ser consumido, ya sea comida, bebidas o cosméticos.

Aunque no tengas ni idea de qué son y para qué sirven realmente, es posible que te hayas preguntado más de una vez: pero  ¿es que puedo oxidarme? ¿Cómo me oxido, por qué y en qué se nota?

Porque está claro que no  nos salen manchas de óxido en ninguna parte del cuerpo, así que… ¿de qué va eso de la oxidación? ¿Tengo que preocuparme? ¿Es grave? ¿Tiene arreglo?

Te entiendo, porque yo me hice esas preguntas en su momento, hasta que conseguí entender que no nos oxidamos, pero sí lo hacen nuestras células, todas; que es un proceso natural que puede acelerarse por causas no naturales y evitables; que la oxidación se puede combatir con bastante facilidad y muy buenos resultados; que obviar la oxidación celular es un error.

Lo sepas o no, lo creas o no, también te pasa, te está pasando, y te pasará más a medida que cumplas años.

Si no haces nada al respecto, estarás trabajando a favor del enemigo.

Antes de comenzar tengo que decirte que nosotros tenemos unos sérum antioxidantes que nos gustan mucho y que os queremos dejar por aquí para que podáis conocerlos y aprovechar al máximo todos los beneficios de éstos.

¿Cómo afecta la oxidación a la piel?

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Radicales libres.

Otro par de palabras que aparecen por todas partes, asociadas a los antioxidantes: estamos saturados de escuchar que los necesitamos para luchar contra los radicales libres. Que no son una formación política ni una ideología, sino, por lo visto, algún tipo de bicho o cosa que nos amenaza sibilinamente.

Si estudiaste un mínimo de química, igual todavía recuerdas que cuando a un átomo o a una molécula le falta un electrón, buscará el equilibrio quitándoselo a otro/a. Pues bien, los radicales libres son moléculas de oxígeno a las que les falta un electrón, y lo roban, principalmente a las proteínas, los lípidos y al ADN celular, produciendo, además, una reacción en cadena (el átomo o la molécula que se quedan «cojos» roban al de al lado, y así sucesivamente).

Nuestro organismo cuenta con defensas contra ellos, pero cuando abundan no es capaz de producir estas defensas al ritmo requerido, y nuestras moléculas son las que pierden… un electrón y su equlibrio, oxidándose y dando lugar a macromoléculas dañadas, a la vez que los mecanismos de reparación y de eliminación de desechos van perdiendo efectividad. Así se produce el envejecimiento.

Los radicales libres se encuentran en nuestro organismo y en el ambiente, y, debido a la industrialización y nuestra actual forma de vida, abundan hoy como nunca antes lo han hecho: la contaminación, el tabaco y el sol, son los principales actores de su aumento en nuestro entorno, pero no los únicos. De todos ellos, es el sol el máximo responsable del envejecimiento dérmico (de más de un 80 % de este)

La oxidación es necesaria, ya que estimula la renovación celular, los sistemas de defensa y otros mecanismos orgánicos compensatorios, pero una oxidación excesiva produce un colapso y el llamado estrés oxidativo.

Existe un delicado equilibrio entre los radicales libres y los antioxidantes que se producen naturalmente en la piel. Cuando se pierde ese equilibrio, experimentamos este estrés, que desempeña un papel fundamental en el envejecimiento prematuro de la piel, la hiperpigmentación, y desencadena afecciones inflamatorias como el eccema y el acné, así como otros procesos cutáneos patológicos.

Es entonces cuando necesitamos un aporte extra de éstos, para no saturar y deteriorar nuestros sistemas de defensa frente a la oxidación.

Qué son los antioxidantes y donde se encuentran

Los sérums antioxidantes

Son moléculas que donan a los radicales libres un electrón o un átomo de hidrógeno, oxidándose ellos mismos, pero evitando que lo hagan nuestras células; otros impiden la formación de oxidantes y facilitan su eliminación o ayudan a recuperar el equilibrio a las células ya oxidadas.

Se pueden clasificar en dos grupos, por su solubilidad: los hidrosolubes, o solubles en agua, y los liposolubles, o solubles en grasa (lípidos). Estos últimos protegen la membrana celular, y los primeros el citoplasma de la célula y el plasma sanguíneo.

Nuestro cuerpo contiene antioxidantes tanto en las células como en los fluidos y componentes que ha entre ellas.

Los obtenemos a través de la dieta (vitaminas, minerales, polifenoles…) y los elaboramos a partir de procesos metabólicos (enzimas, hormonas, péptidos…).

Pese al constante bombardeo para que los consumamos de más en nuestra dieta, no está demostrado en ningún estudio -y se han realizado muchos- que incrementar significativamente la ingesta de éstos suponga ninguna ventaja para prevenir el envejecimiento, la degeneración celular o la aparición de ciertas enfermedades.

Y sí se sabe que consumidos en exceso, sobre todo a través de complementos alimenticios, puede resultar altamente contraproducente. En este sentido, la mejor opción es hacer una dieta equilibrada, que incluya suficiente cantidad y variedad de elementos vegetales de todo tipo (desde frutas a especias).

Sin embargo, parece que los aplicados de forma tópica si realizan una actividad claramente detectable y con consecuencias beneficiosas para la salud cutánea.

Cuándo incorporar antioxidantes a tu rutina de cuidado cutáneo

La oxidación es un proceso que se da continuamente, pero cuando somos jóvenes nuestro organismo no tiene ningún problema para lidiar con ella, y no necesita ayuda ni estímulos.

De hecho, hay estudios que apuntan a la posibilidad de que un uso anticipado de éstos podría ser contraproducente.

Ahora bien, hay un factor muy importante a tener en cuenta, y es -¡cómo no!- la exposición al sol. Normalmente estamos al sol sin protección más tiempo del que deberíamos, y no somos conscientes.

¿Pruebas?

  • No ponemos protector solar a los niños a diario, ni siquiera en verano. Limitamos su uso casi exclusivamente a los días en que estamos en la playa o en la piscina. El sol nos da en la playa y en la ciudad, en los días de fiesta y en los de diario, lo tomemos voluntariamente o no.
  • No solemos renovar la aplicación del protector solar más de dos veces al día, cuando deberíamos hacerlo cada dos o tres horas, para que mantenga su efectividad.
  • No solemos utilizarlo en invierno, y si lo hacemos es una vez al día, puede que dos: no lo suficiente.
  • Utilizamos un SPF inadecuado. La única protección real es la de los productos con un SPF de 50 o más (50+), pero por ignorancia, coquetería (queremos ponernos morenos), pereza (relacionamos un SPF mayor con más dificultad para extender el producto, lo que hoy en día no es en absoluto verdad) o cualquier otra razón, gastamos tiempo y dinero en protectores que no pueden garantizar una protección real tanto de radiaciones UVA como de las UVB (unas llegan a las capas profundas de la piel y la otra a las menos profundas, pero ambas causan daños acumulativos que pueden ser irreversibles si no se atienden).
  • No usamos sombreros, gorras, sombrillas, gafas de sol y otros complementos que nos ayudarían a protegernos del constante bombardeo solar, ni se los ponemos a los niños más que cuando son muy pequeños.

La consecuencia de todo esto es que, desde muy temprana edad, nuestra piel ha estado expuesta a la oxidación causada por el sol mucho más de lo conveniente, sin que seamos conscientes de ello.

Con todos estos datos, podemos dar una respuesta completa a la pregunta.

Una crema con algún ingrediente antioxidante suave puede ser una gran ayuda desde la adolescencia, pero no deberías empezar a utilizar un sérum con atntioxidantes antes de los 25 años, como muy temprano. Si tienes una piel especialmente castigada por el sol, es posible que debas empezar antes. En este caso, nuestra recomendación es que consultes con un dermatólogo que pueda apreciar cuánto daño hay y cuán profundo es.

A partir de los 30 años, los procesos por los que la piel se defiende de la oxidación y elimina las células deterioradas por esta, empiezan a ralentizarse, así que es el momento de comenzar con una ayuda. Antes de esta edad, a partir de los 20, si quieres, puedes incorporar algún sérum con antioxidantes, como la vitamina C, sobre todo si vives en un núcleo urbano contaminado, haces salidas nocturnas, tienes falta de sueño, fumas, consumes alcohol con cierta regularidad, etc.

La piel es un claro reflejo de nuestro estilo de vida y nuestra salud en general, y la forma en que la trates deberá adaptarse a estas condiciones.

La cantidad que necesites irá cambiando con los años, pero verás que los sérums antiedad se adaptan, para proporcionar a cada piel los ingredientes precisos en las concentraciones y mezclas mejores.

La oxidación cutánea afecta sobre todo al colágeno, tanto a su producción como a su calidad, su proceso de degradación y el de eliminación de las células deterioradas. El colágeno es el responsable de la resistencia y elasticidad de la piel, y a partir de los 25-30 años su cantidad y calidad van sufriendo una disminución paulatina, que los oxidantes (insistimos: sobre todo el sol) aceleran y adelantan.

Éstos previenen el fotoenvejecimiento y estimulan la síntesis de colágeno.

¿Por qué un sérum antioxidante?

Un sérum antioxidante

La oxidación afecta a todas las capas de la piel, y las cremas hidratantes, mascarillas y demás ayudas cosméticas carecen de la capacidad, que sí poseen los sérums, de llegar a las capas más profundas de la piel.

Por ejemplo, aunque en la epidermis hay colágeno y elastina (proteína que otorga elasticidad a la piel), ambos se producen en la dermis, y hay que llegar allí para poder estimular y afectar los procesos implicados.

El sérum es un tipo de cosmético peculiar, elaborado a partir de moléculas muy pequeñas, que traspasan la barrera de la epidermis y llegan hasta las capas más internas de la dermis.

A la vez, es un producto con una alta concentración de principios activos muy potentes, por lo que se vende y se utiliza en cantidades pequeñas, que son suficientes para lograr resultados espectaculares.

A todas estas maravillosas y singulares características se suma otra que lo convierte en una auténtica estrella: sus ingredientes pueden mezclarse de tal manera que se potencien entre sí, con lo que obtenemos un producto que es mucho más que la suma de sus partes (la famosa sinergia de la que tanto se habla desde hace un tiempo, también aplicable aquí).

¿Quieres más? El suero es no graso siempre, puesto que las moléculas grasas son demasiado grandes y no consiguen llegar más allá de la epidermis.

El sérum con ingredientes antioxidantes es un compañero de vida perfecto para nuestra piel, porque puede proporcionarle lo que necesita en cada momento, desde un suave efecto de refuerzo contra los radicales libres hasta un firme apoyo cuando la piel necesita un plus de éstos y de otros ingredientes que preserven los mecanismos de renovación, mantenimiento, etc.

El sérum tendrás que aplicarlo después de limpiar tu piel a fondo y justo antes de la hidratante. Sí, no puedes prescindir de la hidratante, pero… otra ventaja del suero: mejorará la penetrabilidad -por lo demás, muy escasa- de la crema y sus beneficios.

Mientras, tu crema sellará la piel y evitará que los maravillosos principios activos del suero se escapen. ¡Más sinergia!

Hay grandes diferencias entre una loción y un fluido y es por esto mismo por lo que los dos juntos funcionan tan bien.

Ten en cuenta, y esto es muy importante, que algunas de éstas moléculas reaccionan con la luz solar y no son adecuados para usarlos durante el día, pero son perfectos para la noche, el momento en que la piel hace un trabajo de regeneración realmente profundo.

Los 5 principales beneficios de los antioxidantes para tu piel

  • Ayudan a corregir los signos de la edad.

El estrés oxidativo descompone el colágeno, dificulta el proceso de reparación natural de la piel y desencadena inflamación, provocando la aparición de finas líneas de expresión, arrugas, piel flácida, brotes de acné y manchas muy frecuentes en las pieles grasas que también deben utilizar sueros.

Al eliminar los radicales libres, los antioxidantes pueden ayudar a prevenir y corregir estos signos y dar a la piel un brillo más juvenil.

Por cierto, combinan muy bien con el ácido hialurónico para combatir los efectos del paso del tiempo.

  • Ayudan a prevenir las quemaduras solares.

Esta sustancia tienen propiedades antiinflamatorias, disminuyen la respuesta inflamatoria de la piel a los rayos nocivos del sol, ayudan a evitar las quemaduras solares y proporcionan una mejor protección contra el daño solar y el fotoenvejecimiento.

  • Ayudan a la piel a repararse a sí misma.

La piel inflamada no puede llevar a cabo de forma correcta sus procedimientos de renovación celular. Al reducir la inflamación, permiten que la piel se repare y corrija el daño visible. Algunos, como la vitamina C, también promueven la producción de colágeno, que es vital para mantener la piel joven.

  • Ayudan a aclarar el tono de la piel.

Los radicales libres y la exposición frecuente al sol también desencadenan cambios en la producción de melanina de la piel, causando manchas oscuras, claras y un tono desigual. Los antioxidantes pueden prevenir pigmentaciones anormales de la piel. Algunos también funcionan como inhibidores de la tirosinasa (una enzima que estimula la producción de melanina).

Si tienes manchas en la piel, también puedes escoger un suero que te ayudará a mejorar este aspecto.

  • Pueden ayudar a prevenir el cáncer de piel.

Algunos antioxidantes, como las vitaminas A, C y E, tienen propiedades anticancerígenas ampliamente estudiadas.

Los mejores ingredientes antioxidantes para un sérum

Antioxidantes para sérum

No todos son iguales, ni en potencia, ni en la forma en que inciden en la piel y sus procesos. Si bien todos están diseñados para proteger a las células de la luz ultravioleta, la contaminación y otros elementos ambientales que producen radicales libres perjudiciales.

Estos son solo algunos de los antioxidantes más utilizados en los sérums y que mejores resultados ofrecen.

Vitamina C (ácido ascórbico)

Es uno de los más estudiados. Además de ser un eliminador de radicales libres, la vitamina C tiene otros beneficios para la piel, como aumentar la producción de colágeno y desvanecer las manchas oscuras.

Pero la vitamina C es inherentemente inestable y puede perder su potencia cuando se expone a la luz o al aire. El ascorbato de tetrahexildecilo, o THD, es una forma de vitamina C más estable y soluble en lípidos, lo que significa que puede penetrar mejor en los niveles más profundos de la piel para estimular la producción de colágeno. Otras formas de vitamina C incluyen el éster-C, el ascorbil fosfato de magnesio (MAP) o de sodio (SAP).

Es importante que esté en un envase opaco y suficientemente estanco, para evitar que se degrade, perdiendo efectividad.

Retinol (vitamina A)

Si hay un ingrediente que ha demostrado una y otra vez sus muchas cualidades para retrasar el envejecimiento de la piel, es el retinol.

Derivado de la vitamina A, este ingrediente es particularmente efectivo debido a su pequeña estructura molecular, lo que le permite penetrar lo suficientemente en la piel como para estimular de manera efectiva la producción de colágeno y acelerar la renovación y reparación celular, alisando líneas finas, arrugas, y mejorando tono de piel al mismo tiempo. Ya sea del tipo de venta libre o recetada (tretinoína), es un poderoso antioxidante a la hora de combatir a los agresores ambientales que causan el envejecimiento prematuro de la piel.

Vitamina E

También llamada tocoferol, protege al organismo de agentes tóxicos, evita la destrucción anormal de glóbulos rojos y es necesaria para la función adecuada de muchos órganos del cuerpo, incluida la piel. Además de ser un magnífico antioxidante, es ampliamente reconocida por su capacidad para acelerar el proceso de curación y regeneración de la piel.

No es de extrañar que a menudo se encuentre en humectantes, cremas y lociones formuladas para tratar la piel seca, así como en productos diseñados para reducir las estrías.

Resveratrol

Un compuesto químico que se encuentra principalmente en las pieles de frutas como uvas y bayas, en los cacahuetes, el té y el  vino tinto, y que sirve como escudo defensivo a las plantas que lo contienen.

Es una sustancia antimicrobiana producida por las plantas para protegerse de la contaminación del aire, las infecciones, la intensa radiación UV y los cambios climáticos extremos, protección que también ejerce sobre la piel. Algunos estudios avalan sus propiedades para combatir el cáncer. Parece que aumenta la actividad de las mitocondrias y promueve una vida celular más larga.

Coenzima Q10

Es la responsable, entre otras cosas, de que las noches en vela de la juventud no se reflejaran en tu rostro.Pero a medida que envejecemos, la presencia de coenzima Q10, también conocida como ubiquinona, disminuye lentamente en nuestro cuerpo, haciéndonos más susceptibles a las arrugas y al fotoenvejecimiento.

Las investigaciones muestran que la aplicación tópica de este antioxidante ayuda a combatir el daño de los radicales libres y a mantener sanas las células cutáneas. Es fácilmente absorbida por la piel y  estimula la producción de colágeno, lo que mejora la elasticidad y la textura.

Niacinamida (vitamina B3)

Una epidermis que funcione bien es esencial para protegernos de los radicales libres. Cuanto más se estabiliza nuestra barrera lipídica epidérmica, más puede absorber completamente las vitaminas y nutrientes de nuestros productos para el cuidado de la piel y lograr resultados óptimos. Sin embargo, a medida que envejecemos, la capacidad de nuestra piel para sanar y retener la humedad se debilita, dejándonos expuestos a arrugas, líneas finas, hiperpigmentación y opacidad.

También conocida como vitamina B3, la niacinamida actúa sobre todos esos aspectos, y es un potente antioxidante que mejora la textura y el tono de la piel. Reduce las líneas finas, las arrugas y la hiperpigmentación y tiene propiedades antiinflamatorias.

Es soluble en agua y adecuada para todo tipo de piel, a menudo se usa para tratar afecciones de la piel como la rosácea y el acné y no se tiene constancia de que cause reacciones adversas. Combina perfectamente con los ingredientes favoritos para el cuidado de la piel, como las vitaminas A y C, el retinol y los hidroxiácidos, para aumentar su rendimiento.

Polifenoles

Estas sustancias de origen vegetal, que se pueden encontrar en verduras, té verde, frutas y cacao, contienen propiedades quimiopreventivas antiinflamatorias, inmunomoduladoras y antioxidantes para prevenir el fotoenvejecimiento de la piel inducido por los rayos UV. Los estudios demuestran que el uso tópico de ingredientes ricos en polifenol ayudan a mejorar las defensas naturales de la piel contra el estrés oxidativo, previenen el envejecimiento y pueden inhibir el cáncer de piel.

Flavonoides

Varios estudios demuestran que los flavonoides, que se encuentran en los tés verdes y negros, tienen el potencial de reducir la inflamación y el estrés oxidativo, lo que explica que se utilicen también para tratar enfermedades cutáneas inflamatorias.

Absorben la luz UV y modulan las vías de señalización que influyen en la función celular para prevenir el fotoenvejecimiento además de ayudar a reducir la degradación del colágeno, retrasar el envejecimiento de la piel e frenar el cáncer de piel.

Glutatión

El glutatión es un poderosísimo antioxidante que apoya la reparación celular y la protección de órganos vitales como el hígado, los riñones, el cerebro y la piel. Uno de sus efectos secundarios ampliamente conocidos es su propiedad antimelanogénica, que ayuda al blanqueamiento de la piel..

Podría decirse que es el rey: ayuda a desintoxicar la piel y reduce la aparición de arrugas, dándole más elasticidad y firmeza.

Además, también podéis hacer sueros caseros repletos de ingredientes beneficiosos, descubre aquí algunas recetas muy interesantes.

Y si tienes la piel mixta seguro que te interesan estas recetas de aquí, ya que están especialmente recomendadas para este tipo de dermis.

Conclusión: Evita la oxidación utilizando antioxidantes

  • La oxidación es un proceso natural y hasta saludable, que en exceso resulta funesto para la piel y que, con el paso del tiempo va a más.
  • Nuestra forma de vida nos expone, muchas veces, a más radicales libres de los que nuestro organismo y nuestra piel pueden afrontar a diario.
  • El sol es la principal fuente de radicales libres, y una adecuada protección solar (50+) es básica para tener una piel sana y joven.
  • El sérum es el mejor cosmético para luchar contra la oxidación de una forma radical (desde la raíz) y efectiva.
  • Un buen sérum antioxidante combinará varios principios activos que mejorarán visiblemente el aspecto de nuestra piel y su capacidad para luchar contra los radicales libres.
  • Cuida tu cuerpo y tu piel también por dentro, consumiendo comidas sanas y equilibradas, ricas en antioxidantes, pero recuerda que un aporte extra de estos en forma de complementos alimenticios no ha demostrado su efectividad, pese a la cantidad de estudios que lo han intentado. Comer sano es suficiente para obtener todo lo que necesitamos.
  • Los excesos vitales suelen suponer exceso de radicales libres (estrés, tabaco, alcohol, contaminación, falta de ejercicio, comidas excesivamente grasas, azucaradas, etc.).

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